La Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre muestra un aspecto superficial bueno, pero «luces amarillas» cuando escarbamos un poco en los datos. Es lo mismo que viene ocurriendo con los datos mensuales de afiliación a la Seguridad Social y paro registrado.
Según la EPA, se crearon 426.300 empleos en los últimos doce meses. El número de ocupados llegó a casi 21,7 millones, nuevo máximo histórico, superando en un 2% el dato del mismo trimestre de 2023. Ese 2% es agridulce: si bien permite una recuperación de la productividad por ocupado (pues es un incremento inferior al 3,3% que creció el PIB), es la segunda menor variación del período pospandemia, lo que sugiere un debilitamiento.
En cuanto al número de parados, la EPA registra 2,75 millones, que es el menor número desde septiembre de 2008. La tasa de paro, ahora 11,3%, bajó cuatro décimas con relación a un año antes. También en este caso se puede apuntar un síntoma de debilidad: pese a que el número de parados se cuenta por millones, solo se redujo en 52.900 personas en los últimos doce meses (apenas 1,9%).
Con todo, y aun considerando que España sigue teniendo la mayor tasa de paro del continente, estos números globales pueden considerarse aceptables si recordamos, entre otras cosas, el aumento de la presión tributaria, la falta de reformas económicas, la rápida subida de los tipos de interés de 2022-2023 y la incertidumbre política, con un Gobierno débil incapaz de aprobar leyes, salvo que realice cesiones inadmisibles para cualquier otro ejecutivo.
Las «luces amarillas» con relación al empleo son tres. Una es que, por primera vez en la pospandemia, 7 de los 16 principales sectores económicos redujeron su número de ocupados. En el segundo trimestre bajó el empleo, en términos interanuales, en la Agricultura, el Comercio al por mayor, el Transporte, las Actividades financieras, las Actividades profesionales, la Administración Pública (esto es positivo) y el Servicio doméstico.
Otra es la confirmación del problema del absentismo (ocupados que no trabajan; el 80% de ellos es por enfermedad común o accidente). Por segundo trimestre consecutivo, la cantidad de absentistas ronda los 1,2 millones. Ya van tres trimestres en que los absentistas, como proporción del total de ocupados, superan el 5%, algo que no había ocurrido nunca antes (excepto en 2020, en plena pandemia).
En un artículo anterior en THE OBJECTIVE, expliqué que el absentismo es uno de los motores ocultos del empleo. Ahora debo añadir dos cosas: 1) no es sostenible que el número de absentistas aumente a un ritmo de dos dígitos, tal como ocurrió en los dos primeros trimestres del año (+10,3% en el segundo), algo que tampoco había ocurrido excepto en la pandemia; 2) el número de ocupados que sí trabajan lleva cinco trimestres creciendo menos que el empleo total; en el segundo trimestre, +1,6% interanual, que es el dato más débil desde 2014 (una vez más, exceptuando la emergencia sanitaria).
La tercera señal «amarilla» es la ratificación del problema que tienen las empresas para encontrar personal, asunto que sigue siendo negado por el Ministerio de Trabajo: el 90% de los empleos creados en los últimos doce meses fueron ocupados por inmigrantes. Esto es la confluencia de dos cosas: 1) como las empresas no encuentran personal en España, deben conseguirlo fuera; 2) que eso ocurra pese a tener 2,8 millones de parados (3,7 millones si tenemos en cuenta los colectivos que la Seguridad Social cuenta por separado) es una muestra inequívoca de que el «Estado de Bienestar» ha llegado demasiado lejos, quitando incentivos para trabajar, lo que lo hace no solo injusto sino financieramente insostenible.
Desde el ángulo del paro también hay una «señal amarilla»: en el segundo trimestre, la cantidad de parados aumento simultáneamente en diez autonomías, algo que no ocurrió en los últimos tres años.
Un último dato para confirmar la afición por la mentira del actual Gobierno: el porcentaje medio de empleados temporales en el sector público desde que Pedro Sánchez es presidente es del 29,5%. Con Rajoy fue el 21,7%, con ZP, el 25,2% y con Aznar, el 19,9%. El campeón del empleo temporal público es quien al mismo tiempo se jacta de bajarlo.