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Por : Víctor Castillo
La guerra es una manifestación atroz de la barbarie humana, donde la vida y la dignidad son sacrificadas en el altar de intereses económicos y geopolíticos. Detrás de cada conflicto armado, se oculta una maquinaria despiadada que prioriza las ganancias sobre la existencia humana y la salud del planeta.
Negocio de Destrucción y Muerte
La industria armamentista, con un poderío económico formidable, se erige como una de las principales beneficiarias de los conflictos bélicos. Empresas, predominantemente estadounidenses, obtienen ingresos multimillonarios a costa del sufrimiento y la muerte. En 2022, Lockheed Martin lideró el mercado global de armamento, superando en un 60% los ingresos de su competidor más cercano, RTX (anteriormente Raytheon Technologies). Este lucrativo negocio se alimenta de la perpetuación de guerras, donde cada bala y cada bomba representan dividendos para sus accionistas.
Saqueo y Despojo de Comunidades
Las guerras no solo aniquilan vidas; también despojan a comunidades enteras de sus hogares y recursos. Millones de personas son desplazadas, forzadas a abandonar sus tierras, convirtiéndose en refugiados en un mundo que a menudo les da la espalda. Este desplazamiento masivo es una estrategia deliberada para ejercer control territorial y económico, sin importar el costo humano.
Devastación Ambiental: Herida Profunda al Planeta
La guerra inflige heridas profundas al medio ambiente. La destrucción de ecosistemas, la contaminación del agua, del suelo y del aire son consecuencias directas de los conflictos armados. Los ejércitos, grandes consumidores de energía, contribuyen significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, la utilización de armas y explosivos libera sustancias tóxicas que envenenan el entorno, afectando la biodiversidad y poniendo en riesgo la salud de las poblaciones locales.
La Agenda Oculta: Poder y Codicia
Detrás de la fachada de conflictos por la libertad o la seguridad, se esconde una agenda impulsada por la codicia y el afán de dominio. Las guerras son orquestadas para satisfacer intereses económicos de élites que ven en la destrucción una oportunidad de enriquecimiento. La explotación de recursos naturales en zonas de conflicto y la venta indiscriminada de armas son prueba de ello.
Casos Concretos: Gaza, Ucrania y Yemen
• Gaza, Palestina: La Franja de Gaza ha sido escenario de múltiples conflictos que han resultado en la muerte de miles de civiles, incluyendo mujeres y niños , ancianos. La infraestructura básica ha sido destruida, dejando a la población en condiciones de extrema vulnerabilidad. Organismos internacionales han condenado las violaciones de derechos humanos y el uso brutal y desproporcionado de la fuerza de parte de Israel.
• Ucrania: El conflicto en Ucrania ha provocado miles de muertes y desplazamientos masivos. La invasión rusa ha destruido ciudades enteras, dejando a millones de personas sin hogar y sin acceso a servicios básicos. La comunidad internacional ha impuesto sanciones, pero la violencia continúa. Ucrania se ha convertido en una en un barril sin fondo recibiendo miles y miles de millones de dólares en armamentos y pertrechos militares para la guerra de parte de EEUU.
• Yemen: En Yemen, los hutíes han recibido fuerte amenaza y ataques de parte de Israel y Estados Unidos, generándose un conflicto que han afectado grandemente a la población civil. La guerra en Yemen ha causado una crisis humanitaria sin precedentes, con millones de personas desplazadas y una grave escasez de alimentos y medicinas. La intervención de actores externos ha complicado aún más la situación.
Indiferencia y Complicidad Global
Lo más alarmante es que todo esto ocurre ante los ojos indolentes y cómplices del mundo. La comunidad internacional, en muchos casos, permanece en silencio o actúa de manera insuficiente frente a estas atrocidades. Esta indiferencia no solo permite la continuidad de los conflictos, sino que también legitima a los perpetradores de violencia y explotación.
Un Llamado Urgente a la Paz
Es imperativo alzar la voz contra esta maquinaria de muerte y devastación. Toda guerra trae sufrimiento, dolor , pena y traumas humano . La humanidad no puede seguir siendo cómplice silenciosa de un sistema que valora más el lucro que la vida. Debemos abogar por la no violencia, por la resolución pacífica de los conflictos y por un compromiso genuino con la paz. Solo así podremos preservar la dignidad humana y proteger nuestro planeta de una destrucción irreversible.
En este nuevo amanecer de 2025, es esencial que la humanidad se una en un esfuerzo colectivo para erradicar la violencia y promover la paz. La adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU son pasos fundamentales hacia un mundo más justo y pacífico. Es hora de que cada individuo, comunidad y nación asuma la responsabilidad de construir un futuro donde la dignidad humana sea respetada y la paz prevalezca en todo el planeta.
