«¡Una catástrofe! ¡Una tragedia! Para Zelenski y, sobre todo, para toda Ucrania, esto no podía haber salido peor. Nuestra desesperación es directamente proporcional a la satisfacción rusa. Este encuentro con Trump en Washington debía marcar un punto de inflexión en nuestras relaciones bilaterales, pero en su lugar inaugura un capítulo aún más oscuro de la guerra». No hace falta ser muy listo para captar la desolación colectiva que se extendió entre los ucranianos este viernes, a medida que circulaban las imágenes, el lenguaje corporal y las palabras del encuentro en el Despacho Oval. Lo expresan en redes sociales, lo comentan por teléfono, lo discuten abiertamente con amigos, colegas y familiares. Bastaba con ver el gesto de la embajadora ucraniana, sentada en primera fila entre los periodistas, con la mano en la cara en señal de dolor, para entender la magnitud del drama.
Los principales medios informativos recogen las declaraciones, destacan el desacuerdo y hablan de «tensos intercambios», tanto con Trump como, sobre todo, en reacción a las «provocaciones» de J.D. Vance, confirman que no se firmó el acuerdo sobre la explotación de las tierras raras ucranianas y que Zelenski abandonó Washington más pronto de lo previsto. The Kyiv Post habla de «crisis abierta» y de palabras incendiarias. Si no fuera por la guerra, que cada día causa víctimas y destrucción, podría calificarse como un episodio extraordinario de diplomacia fallida. Pero Ucrania está bajo ataque ruso desde 2014, y desde febrero de 2022 Putin intenta conquistar el país con toda su potencia militar. El propio Zelenski repite constantemente que «sin la ayuda estadounidense, la guerra está perdida» y que, por tanto, es «fundamental» obtener las garantías de seguridad de Estados Unidos, así como las armas necesarias para seguir resistiendo.
En los últimos días, después de la aguda crisis de las semanas anteriores, cuando Trump acusó a Zelenski de ser un «dictador impopular responsable de la guerra», ambas partes parecían dispuestas a mejorar sus relaciones. Zelenski aseguró estar dispuesto a ignorar las ofensas personales por el bien del país y había dado luz verde a la firma del acuerdo sobre los recursos naturales. Hace dos días, Trump pareció retractarse de sus acusaciones, negando incluso haberlas pronunciado. Y sus encuentros con Macron y Starmer habían transcurrido relativamente bien, como si prepararan el terreno para la cumbre de este viernes.
Pero la pesadilla ahora es peor que nunca. Y los cañones no cesan. Mientras en el Kremlin celebran el altercado, calificado como «histórico» por el asesor de Putin, Kirill Dmitriev, continúan lanzando cientos de misiles y drones contra Ucrania cada día. Este viernes, sus tropas lograron una penetración parcial en la zona de Sumy para intentar rodear a las unidades ucranianas en Kursk. En el Donbás, los combates siguen siendo sangrientos. En redes sociales, muchos ucranianos defienden a Zelenski frente a los «matones» de la nueva Administración estadounidense, que «quieren nuestra capitulación». «Mejor discutir y plantar cara que dejarse pisotear. Los rusos buscan apoderarse de toda Zaporiyia, Jersón y el Donbás. No puede haber negociaciones reales si Trump intenta humillar a Zelenski«, comenta Stanislav Bunjatov, un ex alcalde que ahora es oficial en el Donbás. Andriy Yermak, jefe de la oficina presidencial, señala en X que está «agradecido por la ayuda de Estados Unidos», pero reafirma su apoyo al «heroico presidente».
También abundan los mensajes de puro miedo. «Gracias por su fuerza, señor presidente. Pero ahora estamos aterrorizados», escriben algunos. «Para nosotros se acabó, saquen su dinero de los bancos», advierte otro. «Acabamos de presenciar un episodio de brutal dominación política. Es obvio que Vance había preparado sus provocaciones y Zelenski cayó en la trampa. Hoy hemos visto otra muestra de la facción pro-rusa y anti-ucraniana de la Administración Trump. Intentamos contenerla, retrasarla, pero hoy fue imposible», sostiene el politólogo Oleg Saakyan. Y no faltan críticas a la «facilidad» con la que Zelenski se dejó «atrapar». Saakyan añade: «Nuestros políticos y diplomáticos no calcularon el riesgo, aunque había muchas señales de advertencia». No es el único en pensar así. Crece la opinión de que Zelenski no debió aceptar un enfrentamiento público. Pero ya es demasiado tarde, y reparar el daño parece, por ahora, imposible.
