La carta está fechada el 25 de julio de 1952. En ella, el ministerio francés de Veteranos y Víctimas de la Guerra certificaba a España que, de acuerdo a los archivos, Antonio García Hevia, natural de Hontoria de Cerrato (Palencia), había muerto en el complejo de campos de concentración nazi de Mauthausen-Gusen, en Austria, el 9 de julio de 1941. La misiva nunca llegó a su familia y permaneció durante décadas en las estanterías del Ministerio de Asuntos Exteriores español hasta que una asociación de memoria la recuperó y los descendientes de Antonio supieron que su familiar era víctima del horror nazi. Hoy, sin embargo, el alcalde del pequeño pueblo palentino, de solo 106 habitantes, Juan Antonio Abarquero, del PP, se opone —con el argumento de no discriminar a otras familias de represaliados y de que los hechos se remontan a ocho décadas atrás— a que esa localidad le rinda un homenaje, justo ahora que en toda Europa se celebran conmemoraciones por el 80º aniversario de la liberación de estos campos, el 6 de mayo de 1945.
La familia de Antonio García pidió formalmente al Ayuntamiento de Hontoria de Cerrato la autorización para instalar un adoquín de la memoria en una parte visible del pueblo, ubicado a unos 20 kilómetros de Palencia, y la cesión de un local para celebrar un acto de reconocimiento en su nombre, según consta en el escrito de solicitud fechado el 11 de noviembre de 2024. En ese documento, que también suscribió la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) de Palencia, sostenían su petición en la Ley de Memoria Democrática, que ampara también a las víctimas que sufrieron deportaciones después del golpe de Estado de 1936 y hasta la entrada en vigor de la Constitución de 1978. Según cifras oficiales, alrededor de 7.000 españoles estuvieron presos en el complejo de Mauthausen, muchos de ellos republicanos que primero habían huido a Francia.

La respuesta a la solicitud nunca llegó. Un mes después, en el pleno del Ayuntamiento del 12 de diciembre, Izquierda Unida cuestionó al alcalde por el asunto, y Abarquero respondió “que se tramitará y se les irá contestando”. Extraoficialmente, el despacho del alcalde le informó a la familia que su solicitud no había sido admitida por un error de forma. En ese mismo pleno, el concejal de IU Pablo Pastor pidió que se le dejase intervenir a la familia, que estaba allí presente, pero el alcalde se negó.
Al menos en dos ocasiones el alcalde les ha manifestado en privado que no se prestará para celebrar el homenaje, según sostienen la ARMH y la familia. “En una conversación que tengo con él, le reitero la petición que habíamos enviado, y él me dice que se niega, que no lo ve bien y que no le gustan esas cosas”, afirma Mariano Alfambra, portavoz de la familia y esposo de una sobrina nieta del español fallecido en Mauthausen.
Consultado por EL PAÍS, el alcalde Abarquero reconoce que se opone a la celebración del homenaje y que duda del vínculo real de García Hevia con esa localidad, más allá de haber nacido “circunstancialmente” allí. “Claro que me opongo, porque hay gente del pueblo que también desgraciadamente fueron represaliados y no se les ha hecho ningún homenaje; entonces, lo que no quiero es abrir un melón en el que se sientan estas familias discriminadas”. “Lo que no quiero yo es complicarme la vida, ni complicársela a ellos”, añade.
Según los registros que la ARMH ha ido recopilando sobre el represaliado, Antonio García Hevia nació el 13 de junio de 1898 en Hontoria de Cerrato, hijo y nieto de pastores originarios de Baltanás, también en Palencia. Su rastro se pierde hasta principios de la década de 1930, cuando aparece en la Colonia de Tormos, en Alcalá de Gurrea (Huesca), donde vivían los trabajadores que construían la presa de La Sotonera, en su mayoría anarquistas. Con la represión franquista, se vio obligado a exiliarse a Francia, donde fue capturado por el ejército nazi y, el 5 de septiembre de 1940, deportado a Mauthausen, un campo que significaba esclavitud y muerte, con un régimen implacable de trabajos forzados y privaciones. Al año siguiente fue enviado al campo auxiliar de Gusen, en donde permaneció hasta que murió el 9 de julio de 1941.

“Lo único que queremos es hacer un acto donde se dé a conocer la vida de esta persona e instalar un adoquín del recuerdo para que se sepa la historia de todas las personas que como él fueron asesinadas en los campos de concentración en los años cuarenta del siglo pasado”, sostiene Ángel Redondo, de la ARMH de Palencia. A ese adoquín al que se refiere Redondo y que el alcalde no ha avalado para Hontoria de Cerrato se le llama Stolpersteine (en alemán, “piedra para tropezar”), y empezaron a colocarse en Berlín en la década de 1990 para homenajear a las víctimas de los nazis, pero se extendieron a muchas otras ciudades alemanas y a más de 20 países, incluida España.
Abarquero sostiene que no tiene “nada contra ese señor, ni contra su familia”, añade que son hechos que desgraciadamente ocurrieron pero a la vez asegura “que habría que pasar un tupido velo y dejarlo pasar” porque son hechos de hace ocho décadas. “Yo me debo a mi pueblo, a mis vecinos y no me debo a gente que viene de fuera después de 80, 90 años, a querer revolver la historia”, afirma el alcalde. La familia ha continuado con las gestiones para obtener la documentación que soporta la tradición familiar de Antonio García Hevia en el pueblo y desde IU han sostenido que en el siguiente pleno, previsto para este mes de marzo, volverán a poner su memoria sobre la mesa.