Un preso ha matado en la madrugada de este viernes a su compañero de celda en el Centro Penitenciario Murcia I, situado en la pedanía de Sangonera la Verde, según han confirmado a EL PAÍS varias fuentes penitenciarias. El autor del crimen, que llevaba solo dos días en esta prisión, ha utilizado la tapa de una lata de atún de las que venden en el economato del centro como objeto cortante para degollar a la víctima, según detallan las mismas fuentes. Los dos reclusos eran preventivos (pendientes de juicio) y ninguno estaba catalogado como conflictivo, recalcan.
Según señalan estas fuentes, el suceso se ha producido antes de las cuatro de la madrugada cuando, por motivos que aún se desconocen, ambos internos entablaron una fuerte discusión. Al oír gritos y ruidos de lo que parecían una pelea, los internos de las celdas colindantes avisaron a través del interfono del altercado a los funcionarios de vigilancia del módulo. Cuando los trabajadores penitenciarios llegaron al lugar ya no pudieron hacer nada por la vida de la víctima. Esta presentaba una herida en el cuello causada por un objeto cortante. Tras ser reducido, el agresor fue trasladado a una celda de aislamiento del mismo recinto penitenciario. La Guardia Civil se ha hecho cargo de la investigación.
Un portavoz de Acaip-UGT, el sindicato mayoritario entre los funcionarios, ha denunciado que llevan años alertando del riesgo que supone que se vendan en prisión envases de comida que pueden ser transformados en objetos cortantes por los reclusos y destaca que no es la primera que una lata es empleada como arma para atacar a otro presos o a un trabajador.
No obstante, las muertes violentas en la cárceles española por agresiones entre reclusos son excepcionales. El 15 de febrero de 2024, Dilawar Choudhary, en prisión preventiva por haber asesinado dos meses antes a tres hermanos de entre 68 y 72 años en el municipio madrileño de Morata de Tajuña, mató a golpes con el disco de un pesa que había cogido del gimnasio a su compañero de celda. Dilawar justificó el crimen en que el otro recluso era muy sucio, tanto en su higiene personal como en el orden de la habitación. También esgrimió que cuando se duchaba, le miraba de una forma que no le gustaba.
Un suceso similar se registro en julio de 2019, cuando dos reclusos de la prisión de Foncalent, en Alicante, entablaron una pelea porque uno de ellos no podía conciliar el sueño a causa de los ronquidos de su compañero de celda. El agresor, que había ingresado en prisión para cumplir una condena de cuatro meses por impago de una pensión, despertó a la víctima y en el forcejeo la empujó y esta perdió el equilibrio. En su caída, el recluso se golpeó fortuitamente en la cabeza con el inodoro de la celda y falleció.
En diciembre de 2018, Jesús R. H, que llevaba tan solo un día en prisión, mató en el Centro Penitenciario de Madrid V, en la localidad de Soto del Real, a su compañero de celda a golpes. El agresor, experto luchador de muay thai (un arte marcial de origen tailandés), la emprendió a golpes con la víctima tras discutir ambos sobre quién iba a dormir en la litera de abajo y quién en la de arriba en la celda que compartían. En septiembre de 2020 fue condenado a 12 años de prisión por homicidio.