Una sauna urbana en plena Gran Vía; un ring de boxeo en el Mercado de San Blas o 111 farolas en medio de la plaza del Ayuntamiento. Estas son algunas de las 24 intervenciones que componen el Festival Internacional de Arquitectura y Diseño de Logroño, Concéntrico, que hasta el 24 de junio invita a repensar sobre el futuro de las ciudades.
Un certamen que comenzó en 2015 de la mano de la Fundación Cultura de Arquitectos de La Rioja ―que este año cumple su undécima edición tras haber acogido más de 150 propuestas― y que desde entonces se plantea como una oportunidad para compartir con el público diferentes reflexiones sobre cómo habitar y convivir en los espacios urbanos. En esta ocasión, el festival se detiene en cuatro ejes conductores: alimentación, clima, agua y procesos sociales.
“Son muchas las oportunidades para aproximarse a Concéntrico”, reconoce su director Javier Peña. “Podemos redescubrir edificios que son parte de la historia de Logroño, pero también recorrer sus plazas con estas propuestas que tienen un punto en común y acercan un entorno más confortable a la ciudadanía”, añade.
Ejemplo de ello es el Paseo del Espolón. Si en la pasada edición el pedestal de la estatua ecuestre de Baldomero Espartero albergó una casa en venta, este año la fuente a sus pies se ha convertido en una piscina, donde el público incluso se puede dar un pequeño chapuzón. Una estructura anular de madera, pintada de azul, para hacer frente al sofocante verano y la emergencia climática. “Invitamos a los ciudadanos a que entren dentro y recorran el interior como si fuera una piscina y refrescarse”, asegura Pablo Sequero, uno de los integrantes del estudio Salazar Sequero Medina.
También el agua es protagonista de la gran sauna urbana en la que se ha convertido la fuente de la plaza salón en la Gran Vía gracias al trabajo de Leopold Banchini, una especie de spa en medio del bullicioso tráfico del centro de la ciudad.
Otra propuesta de los 16 equipos de arquitectos de Europa, América y Asia que participan en esta edición de Concéntrico invita a viajar hasta el Ebro. Allí, junto a un embarcadero de hormigón, se ha levantado una estructura de madera, con telas blancas, que anima a acercarse a la ribera del río en el límite entre lo urbano y la naturaleza. “Es un espacio poco utilizado y esta propuesta con sombra y bancos para sentarse nos ha permitido conocer la respuesta de la gente, que dice que hacía falta algo en este lugar tan singular en medio de la ciudad”, sostiene Sebastián Erazo, uno de los autores de ‘Habitar el río’.
Y no muy lejos de esta intervención, en pleno Parque del Ebro, se puede disfrutar de ‘Todas las líneas son discontinuas’. Andreia García y Diogo Aguilar han buscado un juego a través de un laberinto de paneles con las sombras y el color verde como protagonistas. “Queremos que con esta intervención la gente pueda mirar la belleza de las cosas sencillas, como es este parque de la ciudad, todo un refugio”, concluye Aguilar.
El reciclaje es otro de los conceptos presentes en Concéntricos. El proyecto ‘111 farolas’, de Bayona Studio, ha empleado más de un centenar de farolas desechadas -fueron sustituidas para lograr mayor eficiencia y ahorro energético- para dar lugar a un bosque conformado por unos andamios en los que las farolas simulan las copas de los árboles. El lugar escogido para esta intervención es la plaza del Ayuntamiento, un edificio proyectado también por otro prestigioso arquitecto, Rafael Moneo.
También se invita a la participación para crear un huerto comunitario en un solar vacío de la calle San Roque o a descansar en la cama de heno acondicionada en la plaza de San Bartolomé. Intervenciones efímeras. 24 en total. Ninguna de ellas permanecerá, pero sí que podrán ser el origen de futuros proyectos para acercar la ciudad a sus habitantes.
