Unidad es comunión de mente y corazón, aunque vulnerable a la doble moral. La unidad es la comunión de propósito, pero la unanimidad es la convocatoria a Dios para el mismo. La unidad te hace coherente, la unanimidad, poderoso. El llamado a la unidad te expone como una sinfónica en escena, pues tener una preferencia en el corazón y una conducta en la realidad, desafina. Tal como un romance fantaseando en el alma y un enlace a la luz pública; o una postura religiosa acérrima y un miserable amor al prójimo, o un discurso carismático y decisiones cobardes. No existe unidad sin integridad, por ello Jesús dijo, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. No podemos estar realmente unidos con los demás sin estar de acuerdo con nosotros mismos.