En nuestro país nunca se le ha dado la debida importancia y prioridad a la salud mental. Muestra de eso es que no la cubren en absoluto las administradoras de riesgos de salud. Los horrorosos hechos violentos ocurridos últimamente en el seno familiar, incluyendo decapitación de una infante, nos han demostrado que postergación de salud mental ha sido una política y actitud errónea y costosa para el país. La alarma está ya dada: están aumentando los indicadores de riesgo de salud mental entre la población. Se necesitan nuevas unidades de siquiatría en hospitales públicos, urgentes nuevas promociones de psiquiatras y psicólogos clínicos y que la salud mental sea más accesible.
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