El Consejo Valenciano de Cultura (CVC) ha subrayado los «problemas sobrevenidos» que provocan los macrofestivales en la Comunidad Valenciana, comparables a los del turismo masivo en zonas costeras. Estos incluyen la aglomeración de personas y las «consecuentes molestias» que estos eventos, «difíciles de controlar y organizar», causan en los municipios donde se celebran. Un informe, que incluye una serie de recomendaciones, ha sido aprobado por el pleno de la entidad, destacando que la industria musical se ha erigido como «motor económico y de empleo» en la región, superando las adversidades de la pandemia y transformando a la Comunidad en «tierra de festivales», un factor «dinamizador del turismo, la economía y la cultura».
Sin embargo, el CVC ha advertido sobre los desafíos que estos eventos también plantean, urgiendo a regular adecuadamente los mismos para evitar una sobreoferta de festivales que podría acabar generando «más perjuicios que beneficios». Tras valorar «los beneficios indudables de los macrofestivales en términos de ocio musical, turismo e impacto económico», la entidad ha señalado que la celebración de estos eventos requiere de «unas superficies enormes de terreno que quedan desérticas el resto del año». Entre los problemas destacados se encuentran la «aglomeración de gente» y la «dificultad de accesos tanto para los asistentes como para la población local». Además, se mencionan «problemas sobrevenidos» de los festivales «convertidos en macroconvocatorias» en zonas costeras, donde recursos como el agua o las infraestructuras «acaban siendo insuficientes para la avalancha de tanta gente concentrada en meses estivales».
El informe también argumenta que estos macroeventos, que obtienen «también grandes beneficios, ayudas públicas e implicación de la sociedad local», deben garantizar «condiciones adecuadas» de empleo. Asimismo, reclama más financiación y ayudas públicas para ayudar al sector cultural y reivindica el papel de las salas de música en directo, para las que pide un plan estratégico para «salvaguardar su actividad». En el apartado de conclusiones, reivindica la profesionalización, formación continua, difusión y visibilización social, asociacionismo, reconocimiento laboral de los artistas y creadores y la consideración de la profesión cultural como parte de la industria para «la consolidación de los sectores culturales».
Insta a las administraciones a trabajar para optimizar recursos, presupuestos y estrategias que «conduzcan a implementar la productividad económica y cultural», lo que conlleva «modificar la conciencia política y social alrededor de los presupuestos públicos y privados para que no queden relegados a un segundo plano». Subraya la necesidad de impulsar un plan estratégico que ayude a la consolidación de las salas de concierto con una programación anual que «pueda llegar a todo el territorio valenciano», con el objetivo de promocionar a los artistas musicales, crear una programación musical en directo «estable y permanente» y «acercar la cultura musical a la sociedad civil».
Defiende que las administraciones públicas deben de «salvaguardar la actividad» de las salas de concierto, que permiten a los músicos «desarrollar su creatividad, permitir el intercambio de experiencias tanto locales, estatales e internacionales a lo largo de todo el año». «Son una de las bases fundamentales de la música popular y del futuro de la escena valenciana», recalca. Paralelamente, celebra la creación de una Dirección General de la Industria Musical Valenciana adscrita a Presidencia de la Generalitat.