Cuenta Fede Álvarez (Montevideo, 1978) que, nos pongamos como nos pongamos, es imposible recuperar un, por fuerza, viejo sabor de la infancia. Como estamos en Barcelona, el ejemplo que utiliza es el pantumaca. «No puedo evitar tener la sensación de un hombre cualquiera ya adulto ante el reto de reconstruir lo que sintió cuando probó por primera vez el pan con tomate. Puedes hablar con los cocineros que lo hicieron, puedes recuperar la receta original de la forma más precisa posible, puedes prepararte psicológicamente para vivir la misma emoción del pasado… Puedes hacer todo eso, pero lo que jamás podrás hacer es volver a tener 12 años».
Aunque cueste hacerse una idea de a qué se refiere Álvarez con su metáfora gastronómica-proustiana, en verdad de lo que habla es de Alien, del monstruo ideado por Ridley Scott en 1979, de la saga que vino después con todos sus crossovers y de la película que ahora mismo él dirige. En efecto, Alien: Romulus llega a la pantalla con la imposible misión del pantumaca; es decir, con el empeño de ampliar, renovar y dar sentido a una sensación del pasado que, cosas del tiempo, es ya un clásico del cine. El responsable de películas como Posesión infernal y No respires ha sido el elegido para reescribir desde cero (o casi) un trozo de la imaginación de cualquier espectador, cinéfilo o no. La nueva entrega discurre justo después de la primera (a distancia sideral de los dos últimos delirios: Prometheus y Covenant) y justo ahí refunda un mundo nuevo. Perfectamente nuevo y perfectamente viejo. Como el pantumaca.
Para saber más
- Uno de sus primeros cortometrajes (Ataque de pánico, que le dio a conocer en Hollywood), trataba de una invasión alienígena. ¿Diría que aquella película tenía algo de predestinación?
- Curiosamente acabo de hacer una nueva versión remasterizada para YouTube del corto. Se ve mucho mejor ahora. Pero no sé, imagino que es fruto de la casualidad o yo qué sé. En cualquier caso, buena parte de lo que me interesa del cine estaba ya en ese primer trabajo y está en la saga Alien. Son películas de ciencia-ficción y terror donde hay caos, destrucción y violencia. Sea como sea, recuerdo que cuando hice No respires hablé con el guionista sobre qué podría unir al terror, a la ciencia ficción y al suspense, y no se nos ocurría nada más que precisamente Alien. No son películas de monstruos. Lo que siempre da miedo es el elemento humano del monstruo.
- La película está directamente conectada con el origen del mito, con la cinta de 1979. Su éxito residió en buena medida en cómo leyó no tanto el futuro como su presente social y políticamente…
- De hecho, fue una película que la crítica despreció. La imagen que tenemos ahora de ella no es para nada la que se tuvo en el momento del estreno que se vio como simplemente una película de género. Pero sí es cierto que buena parte de su éxito consistió en que por primera vez se hablaba de la pérdida de inocencia de las grandes corporaciones. Lo que nos decía la película es que el individuo no importa, que el ser humano es completamente prescindible. Lo que cuenta es el monstruo. Cuando planteas una película de terror lo primero que hay que preguntarse es de qué tenemos miedo ahora.
Fede Álvarez y Ridley Scott en la presentación de ‘Alien: Romulus’.
- ¿Y qué es lo que nos da miedo ahora?
- Imagino que el monstruo ahora mismo es el sistema que reduce los individuos a simples números y que ha sumido al planeta y a la naturaleza en el caos más absoluto. De todo eso sentimos miedo. En cualquier caso, es muy mala idea empezar una película por el tema. Eso nunca funciona. El tema tiene que surgir de manera natural. Sería miope decir que Alien trata únicamente del lugar del individuo en las grandes corporaciones, pero eso está ahí…
- Alien ha pasado a la historia del cine por muchas razones y una de ellas es el papel de Ellen Ripley. Por primera vez una mujer era la protagonista de una película de acción. Alien fue bandera feminista… Desde entonces han pasado muchas revoluciones muy seguidas y, entre ellas, el MeToo…
- Es imposible sustraerse al pasado y menos al presente. Aunque intentes reproducir las lentes, el estilo y el mismo modelo de luz y de ropa de las películas originales, el presente se cuela por todas las ventanas. Y eso es así tanto en lo que respecta a la forma como al contenido de la película. Una vez escuché que lo moderno es donde se encuentran lo nuevo y lo clásico. Aspiro a ello.
- La pregunta era por el feminismo en realidad.
- Está claro que los roles han cambiado. Ripley fue una revolución, pero sería una equivocación repetir el modelo. De hecho, ha sido un mal vicio en los últimos años presentar al personaje femenino inmutable, fuerte y valiente desde el primer hasta el último segundo. Ripley es siempre Ripley y no cambia nunca hasta el final de la saga. Carece de evolución y de arco dramático. Siempre sabe lo que hay que hacer y no cambia el compás moral jamás. Siempre está dispuesta a pelear. Y si miras el cine reciente te das cuenta de que todos los personajes de mujer son así. Nadie osa a presentar a las heroínas vulnerables o con miedo. Y eso, volviendo a la modernidad de la historia, está en mi propuesta. Mi protagonista se parece más a Sarah Connor de Terminator que a Ripley. Cuando ve al robot no corre a pelearse con él, huye, llora y lo único que le importa es no morir. En ese sentido es más parecido a cualquiera de nosotros y favorece que nos identifiquemos con ella. Es más interesante ver las transformaciones de los personajes que simplemente manosear un estereotipo.
- ¿Qué papel juega la nostalgia en una película que, se quiera o no, acaba por ser nostálgica?
- Siempre hay un elemento nostálgico en una película de estas características, pero me niego a colocarme en la posición de extrañar los viejos y siempre mejores tiempos. Es un placer traer al nuevo trabajo algunos elementos que amé de las películas originales. Pero no me gusta eso que veo en otras películas de recuperar a personajes para el disfrute de solo una parte del público. De repente, aparece una persona de 70 años y los espectadores más mayores enloquecen mientras que los demás se quedan preguntándose quién será ese tipo y qué es lo que se ha perdido. Me niego a que algo así suceda porque expulsa de la película a una parte de la audiencia.
Cailee Spaeny en un momento de ‘Alien: Romulus’.MUNDO
- ¿Un latino en Hollywood es un extraterrestre?
- Cada vez menos, por suerte. Hay gente como Andrés Muschietti o Jota Bayona o la cara más visible del grupo, que es Guillermo del Toro y que está siempre apoyándonos. El español cada vez está más presente. Uruguayos no hay muchos, eso es cierto. Pero la verdad es que yo lo veo como un superpoder, nunca como una desventaja. Este hecho es el que te da una voz singular, es tu hecho diferencial. Tengo solo mi experiencia de haber crecido en Uruguay, en un país tercermundista, con una cultura completamente diferente a la americana, y eso te ofrece un punto de vista que nada tiene que ver con el de un estadounidense. Mi sensibilidad en este sentido es más universal que la de ellos. Muchos crecieron en los años ochenta en plena burbuja de prosperidad en la era Reagan mientras yo nací y crecí en una dictadura en un mundo declaradamente nihilista en el que todo parecía acabado y del que no se podía esperar nada. Imagino que es una sensibilidad muy parecida a la española. Por eso lo considero un superpoder. Nunca, ni por un momento, me dije eso de que ojalá no fuera uruguayo. Al revés, menos mal que lo soy. Es un privilegio encontrarse en una posición diferente a la de muchos de mis colegas en Hollywood.