Cuando el excursionista Craig Muir avistó el pasado martes una estructura metálica de más de tres metros en la cima de la colina que estaba subiendo, pensó que estaba a punto de vivir una experiencia extraterrestre: «Me quedé un poco desconcertado porque parecía una especie de OVNI», confiesa a The Guardian este albañil de profesión vecino de Hay-on-Wye, en la frontera oriental de Gales.
«Parecía de un material metálico muy fino, casi acero quirúrgico. La estructura tenía aproximadamente 3,5 metros de alto y medio metro de ancho y parecía perfectamente nivelada y estable, a pesar de que hacía viento», describe Muir al rotativo británico. El misterioso monolito apareció en la cima de la colina Hay Bluff, cerca de donde reside el excursionista, un lugar al que no se puede llegar en coche, algo que sólo dispara las preguntas sobre su ubicación. «No parecía que lo hubieran arrojado allí desde un helicóptero, sino que lo habían enterrado con precisión», asegura. «Sin embargo, no había huellas obvias y uno pensaría que habría mucho desorden a su alrededor, pero no era así».
Es un «monolito perfecto», relata Muir al New York Times, «exactamente como los que tienen en Egipto», pero «hecho de acero y sin ninguna marca». Le llamaron la atención especialmente su brillo y su factura, con «bordes muy, muy suaves, muy brillantes y muy nítidos». «No hay marcas de soldadura obvias», describe con admiración el obrero, acostumbrado a trabajar con metales.
La aparición de una serie de misteriosos monolitos similares al de la película 2001, una odisea en el espacio de Stanley Kubrick en todo el mundo en 2020 (en la isla de Wight, en Rumania y el desierto de Utah, en EEUU, pero también en varios enclaves de Cataluña) desató las teorías de la conspiración, que apuntaban a un origen extraterrestre. Un colectivo artístico llamado The Most Famous Artist se atribuyó el mérito de las estructuras que aparecieron en EEUU, pero nadie reclamó la autoría de las que aparecieron en otros lugares.