En 2004, Jeff Tweedy era un hombre atormentado por sus problemas de salud mental y adicto a los opiáceos. Su cabeza era un turbión feroz de melodías, migrañas, sacudidas depresivas, síndromes de abstinencia y ataques de pánico. En medio de todo ese sufrimiento -«a pesar de él»-, Tweedy parió a los mandos de Wilco una obra maestra como es A Ghost Is Born, el disco que terminó de alojarlo en el Olimpo musical del siglo XXI, pero que casi les cuesta la vida a él y al grupo. Cuando remató la grabación, suplicó entrar en un hospital. Pensaba que esa decisión le podría suponer «no hacer música nunca más», pero «cualquier cosa» era mejor que seguir así.
Poco a poco, Tweedy renació. Ahora, 20 años después, la banda de la que es cerebro y alma reedita aquel álbum milagroso con un despliegue descomunal de extras: nueve discos con temas inéditos, maquetas a medio cocinar y tomas en directo. Un festín experimental e inspiradísimo con el que marcaron la pauta en lo suyo, que es el rock alternativo. Nos visitan en junio, con parada en el Alma Festival de Madrid, en Barcelona y Granada, donde no sólo interpretarán canciones del álbum que casi acaba con su líder, sino que tendrán la oportunidad de presentar el magnífico e infravalorado EP Hot Sun Cool Shroud, de 2024.
Tweedy (Belleville, Illinois, 1967) responde a EL MUNDO desde su estudio en Chicago. Al otro lado del teléfono, su voz suena luminosa, cool sin esfuerzo. Está sobrepasado por la deriva política de su país, pero en lo personal jamás se había encontrado tan bien. Aquellos días de pánico y negrura quedaron atrás: «Ahora me siento inspirado. Me siento más capaz y con más energía para hacer lo que hago que nunca antes en mi vida». «Los adictos sólo ven el mundo en blanco y negro, yo era muy solipsista y muy sociópata, pero desde que me he adaptado al mundo que habitan los demás, con la edad, me he dado cuenta de que los humanos están extremadamente bien adaptados para traer luz a la oscuridad», filosofa. «Lo veo en todo el mundo: sé que, cuando las cosas se ponen difíciles, los humanos son difíciles de destruir, porque conectan a través del arte».
Son tiempos «difíciles», «oscuros». Sobre todo, en EEUU. Lo dice varias veces durante la entrevista. Tweedy tiene ganas de salir de gira ya. Quiere irse un tiempo de su país. Evadirse. Dejar atrás esa atmósfera tóxica de odio y frentismo que desgobierna Donald Trump. «Oxigenarme», reconoce. Como si por acá la cosa fuera diametralmente distinta. Pero no seremos nosotros quienes le afeemos el (con perdón) wishful thinking. Para un músico con una marcada querencia política como él, el trumpismo está suponiendo «un shock sistémico» demasiado difícil de digerir. Mucho más en este segundo mandato, ya sin cortapisas morales ni estéticas.
-¿EEUU está enfermo?
-Sí, lo está. No está bien. No pinta bien, pero nos estamos cuidando unos a otros en nuestras comunidades. Estamos intentando encontrar… no sé, el mejor camino hacia adelante para todos. Buscamos alguna forma de resiliencia. Hablo desde una posición de enorme privilegio: yo no estoy en la primera línea del dolor que están causando. Al menos, no lo estoy aún. Nos queda la esperanza. Tenemos esperanza en poder mitigar este desastre.
El líder de Wilco llama a recuperar el espíritu de «la resistencia» como antídoto contra un Trump que divide a los estadounidenses, estigmatiza a los inmigrantes y ametralla bulos contra las minorías y los rivales políticos. Un hombre que se pavonea de que el resto del mundo le va a «besar el culo» en su guerra comercial, y que va esparciendo miguitas de autocracia por las instituciones de la primera potencia del mundo. Por si cuajan. ¿Es inevitable esa deriva? ¿Qué fue de la promesa americana de esperanza? «Esa promesa se ha perdido en todo el mundo, creo que eso es lo que ha pasado. Para mí, la promesa de esperanza que existe en América como mejor se ejemplifica es en nuestra música… Nos queda la música«.
Y sin embargo, cuando más se necesita la voz alzada de los artistas y los intelectuales, menos se oye. «Falta activismo en el arte actual y en la música en particular», se lamenta Tweedy. «Creo que el mundo ha demostrado que la música, la alegría y la belleza son una forma de activismo, una suerte de concepto revolucionario de resistencia», afina. «Me parece valioso el consuelo que brinda la música y sé que ése es mi papel en la vida más que el de encontrar una salida política. Yo no soy un político. Sólo sé que la promesa de América nunca ha sido para todos los americanos. A lo largo de mi vida he comprobado que parte de la mejor música jamás hecha fue creada por algunos de los estadounidenses menos libres. Intento honrar esa tradición con un enfoque trascendental de la vida».
-¿Wilco puede ponerse a liderar esa resistencia?
-No tengo que esforzarme en resistir. Mi mente no puede comprender el clima actual o qué ha llevado a la gente ahora a ser tan mala, a estar tan equivocada, a ser tan egoísta y tan codiciosa. No lo entiendo. Yo nací para resistir. Todo el mundo que conozco está tratando de encontrar la mejor forma de aceptar la situación actual de América, pero yo no puedo. Nací con ese instinto.
A Ghost Is Born, el disco veinteañero que trae de nuevo a Wilco a nuestras páginas, es también la historia de otra crisis, la de su lucha contra sí mismo. Pero las canciones no nacieron de ese sufrimiento. Para Tweedy, no hay ni rastro de malditismo en su proceso creativo. Al contrario. «No, no. Creo que es más preciso decir que creé esa música a pesar de las dificultades, a pesar de los problemas con los que lidiaba, no gracias a ellos. Creo que lo mejor de mí se mantuvo intacto para seguir creando música. La música me sostuvo y me ayudó a estar más sano«, responde. «Ése es un pensamiento muy común que la gente tenía sobre mí, pero no fue así: el mundo estaría lleno de arte hermoso si sólo fuera producto del sufrimiento».
-Pero los tiempos difíciles inspiran más, ¿no?
-Siempre he sido muy prolífico, pero los tiempos difíciles le añaden urgencia a la música. Mola dejar que la música haga lo que tiene que hacer. Creo que la música es sanadora. Creo que hay algo realmente importante en la reunión de personas en una habitación, escuchando música juntos. Para mí, la promesa del rock and roll es que el mundo no tiene por qué ser así. Ése es el mensaje fundamental. No estás solo y el mundo no tiene por qué ser así. El mundo puede parecerse más a lo que estamos experimentando quienes alzamos la voz y cantamos juntos, y quienes compartimos la experiencia colectiva de ir a ver algo como un concierto de rock. Creo que eso es extremadamente profundo, y me siento muy afortunado de poder formar parte de ello.
Jeff Tweedy, el hombre que conquistó con Wilco todos los corazones alternativos mientras se ahogaba en sus tormentos interiores, ahora ve la vida en tecnicolor. Pero, paradójicamente, no sabe hacia dónde se dirige artísticamente. Improvisará. «¡No tengo ni idea! O sea, creo que el propio proceso de hacer música te muestra lo que eres y hace visibles las cosas que hasta entonces eran invisibles. Te muestra lo que hay en ti. Yo no sé lo que quiero decir hasta que empiezo a decirlo. Para mí, escribir canciones es eso: un proceso para intentar averiguar qué estoy intentando crear«, explica. Hay que reconocer que algunas respuestas las esculpe en mármol. «Wilco se define por lo que sucede cuando nos reunimos en una habitación Como artista, preferiría tener una idea de hacia dónde estamos creciendo, pero, ¿sabes?, la idea es que estamos entusiasmados con el futuro».
Pero lo cierto es que cada vez miran más al pasado. Primero el aniversario de Yankee Hotel Foxtrot, ahora el de A Ghost Is Born… ¿a ver si Wilco va a caer también en la nostalgia? «No, no. No creo que la banda sea demasiado nostálgica. Ciertamente, no al grado en que veo que lo son muchas otras bandas…», despeja.
«El mensaje fundamental del rock es que no estás solo y el mundo no tiene por qué ser así»
Esto de la falsa añoranza de tiempos pasados empuja de nuevo la conversación al tablero político, porque Donald Trump está usando la nostalgia como arma de manipulación masiva. «Desde luego, la nostalgia por un pasado imaginario es muy peligrosa, porque las épocas que Trump recuerda no fueron muy buenas para mucha gente, precisamente», apunta Tweedy. «Cuando yo era un niño, casi toda la discusión política y toda la atmósfera general estaba orientada a debatir cómo hacer mejor el futuro. Ahora mucha gente se aferra a una pequeña parte del pasado porque tiene miedo. La gente está traumatizada por la velocidad de los cambios tecnológicos y la velocidad del cambio cultural. Sobre todo, los hombres blancos, que creen que ahora los van a tratar a ellos como ellos trataron a los demás», razona. «No los culpo, pero les falta imaginación si piensan eso», aguijonea.
A esos desencantados white trash, Trump los convenció de que iba a ser el nuevo Ronald Reagan e iba a recuperará un país líder y mandón. Un nuevo hegemón bañado en oro. Pero está haciendo lo contrario que Reagan: una guerra arancelaria. Trump es más bien como Cartman, de South Park: narcisista, manipulador, tóxico, egotista, talentoso para el engaño, caprichoso… ¿O no, Jeff? «Reagan era horrible, pero no conozco a Cartman. No veo South Park«, contesta.
Ahora sí que nos ha dejado boquiabiertos, así que cambiamos rápidamente de tercio: a quien sí conoce el líder de Wilco es a Rosalía, que es la única artista española que logra derrumbar su «barrera idiomática». «Es la número uno, es la mejor de todos los tiempos», se viene arriba. ¿Y alguna vez Wilco parió una canción aquí en España, durante una gira? «Sí, claro que sí. No recuerdo cuáles, pero escribo un poco cada día del tour, así que sería imposible que no hubiera sucedido».
Ya para rematar, el bueno de Jeff se ríe cuando le recordamos que intentó ser crítico musical, pero con escaso éxito.
-Y como fracasaste, formaste una banda. ¡Gracias, periodismo!
-Sí, sí. No me esforcé mucho en ser crítico musical. Digamos que no tenía mucha disciplina a la hora de terminar las cosas antes de la fecha de cierre…
Nos despedimos y Jeff vuelve al principio: «Tenemos muchas ganas de ir a España. Va a estar bien salir de aquí por un tiempo, la verdad».