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Huertos comunitarios
Flores, lechugas y tierra. Uas sucias, lechugas y lombrices. Eso queremos. Trabajar la tierra y no las teclas. Olor a tierra: petricor. Ese aroma de la interaccin entre agua, suelo y microorganismos nativos. Nativos de pueblo: la mayora de nosotros; impostores urbanos y rurales que echamos de menos el huerto del padre o del abuelo; lo que quisieron ensearnos y el poco caso que les hicimos. Distinguir la mata de acelgas de la de borraja. Las races de zanahoria de las de nabo. Que las calas crecen en las orillas hmedas de las acequias. Asumida la impostura, buscamos un trozo de tierra en la gua de Huertos Urbanos de la ciudad -en Madrid ya existen ms de cincuenta parcelas cedidas a asociaciones que han puesto huertos en marcha-, o en la Fundacin Montemadrid, con ms de noventa huertos de agricultura ecolgica, cuidados por voluntarios. En La Casa Encendida tambin hay propuestas hortcolas. Y en todo caso, si te van ms las berzas que la gestin comunitaria, plntate en uno de esos arriates pelados de tu calle.
‘Duracin de un fantasma’
Una novela que perturba. Si disfrutas con ese gustirrinn morboso de ver lo que otros no ven porque no se atreven, de pensar lo que otros no piensan salvo en ciertas estaciones de incendio, este es tu libro. Dos hermanos con poderes sobrenaturales -los de ella, entre otros menos placenteros, tirarse a quien quiera- se renen para reproducir el juego infantil de la familia unida que fueron junto a su madre y su padre; unos muertos, otros vivos, otros en un estado intermedio como fantasmas o animales; en ese caldo primigenio del agua y la duda. Pues esta road movie recorre una Espaa siempre con un lago o un mar donde calmar el dolor. Cunto contenemos nuestros poderes, nuestras pasiones, para no destruirnos ni que destruyan a los que amamos? Qu sucede si exigen su paso? Biurrun busca respuestas cuya revelacin no relega el temblor. Elegante y misterioso, descifra las crisis que nos atraviesan, indesligables del tiempo atvico. De ah lo inabarcable de sus tramas, redondas, pero con la porosidad de la piel. Sudan y trascienden. Precisas hasta decir: «Existen dos clases de dolor. Uno te derrumba y te hace consumirte en la autocompasin; el otro est hecho de clera, y busca ciegamente culpables». Duracin de un fantasma. La belleza de lo inexplicable que ana.
Alexandra Duprez
Dibujos luminosos y simblicos. No recuerdo cundo vi por primera vez la obra de Duprez. Pero sus dibujos se me incrustaron como imgenes primitivas. Con la fiereza de la verdad y el fulgor de lo innombrable. Ese gozo raro y fugaz de entender. Lo que ella nos da. Decisin y libertad, geometra y expresin. Ojos, brazos, pies, fugas, vrtices. Simbolismo que administra el color sin dispendio, con el instinto de quien sabe por qu verde el caballo y el hombre en negro. Una sabidura arcaica. A los diecisis aos, Duprez se march a Australia. All conoci a una mujer experta en arte aborigen que le regal unos lpices, y ya no dej de usarlos. Ahora pinta en lo alto de su casa de Douarnenez (Francia) y la Galerie Albrecht (Berln) muestra sus dibujos hasta el 20 de abril: Fragmentos de un mundo cambiante. Si andas por Berln, ve. Si ella anda por aqu un da, yo no cambio. Estar esperndola.
Tatate
Como una danza, como curar. Hazte un tatuaje no por pirata, aunque si es as, bien; ni por transgresin, aunque si es as, bien; ni por amor, aunque si amas, mucho mejor. Hazte un tatuaje y vulvete lienzo, parte de la obra, museo. Como dice Nadal Suau en su ensayo Curar la piel, convirtete en curador como cuidador «porque la relacin entre tatuador y tatuaje da comienzo con una accin que demanda delicadeza«; y curador como comisario, que media entre el espectador y aquello que ve: tu tatuaje. La tatuadora, sin duda, tendr que ser Raquel Fernndez (rqltattooer@gmail.com). Pintora, escultora, ilustradora. Una artista que dio el salto a las agujas, y lo minucioso y rotundo de su obra crece ahora en la piel humana. Aletea. Se agita. Raquel posee la virtud nica de tatuar el movimiento. Sus lneas y manchas, sus formas abstractas o hiperrealistas no entran en duelo con el vaivn natural del cuerpo, sino que lo dotan dehondura y aire. Los tatuados otorgamos una danza a los tatuajes, dice el ensayo, y Raquel danza en el estudio de tatuajes TAO Gallery. Llama. Baila.
