Zapatero, ojalá sea por dinero

Este titular recoge mi anhelo. Poder tasar su descenso a los infiernos, buscar una explicación a algo tan abyecto. Una saca de petrodólares en una cuenta opaca, o en un par de maletas, sería un consuelo . Nos evitaría ríos de tinta más o menos originales para describir el viaje al corazón de las tinieblas de un compatriota que fue tiempo atrás nuestro presidente.Descubrir que el leonés es un pánfilo idealista seducido por el vellocino del oro expoliado a los venezolanos por su cuate bananero nos indignaría, sí, pero al menos tendríamos la explicación de que a Zapatero, como a tantos antes, le mueve una corrupción primaria, la caída en el pecado, tan humano, de la codicia. Mejor mercenario que iluminado, porque ahí anida el sectarismo, el fanatismo ideológico que ciega y lleva a justificar lo que jamás tendría justificación para un demócrata: su compadreo con una dictadura.Pero no lo sabemos, ni siquiera nadie hoy puede decir que hay algo de cierto en los rumores sobre la paga chavista al vocero patrio del régimen totalitario caribeño. El deseo de que fuera verdad convierte al, por ahora, bulo en un placebo, un asidero entre tanto desconsuelo.Por favor, sí, que Zapatero sea como Maduro y el resto de la patulea a la que jalea, justifica y celebra. Lo prefiero. Confortaría a las casi ocho millones de almas que porfían en un desgarrador exilio. A las otras tantas que mendigan en Venezuela por un plato de arroz y tragan, qué remedio, con que el paquete de la limosna lleve impreso el careto de un supervillano al que venden como superhéroe. Quiero un Zapatero choricero porque necesito entender qué le ha llevado al derrumbe moral de respaldar la represión , celebrar la ruina, la hambruna, el sabotaje de lo más sagrado para un demócrata: medirse en la urnas, someterse al dictado del pueblo para y por el que gobierna. Sí, Zapatero, te quiero bribón mejor que solo tunante, porque es mucho más llevadero que ver, sin parné de por medio, en qué te has convertido. La sonrisa meliflua, el abrazo cómplice, la moralina, el cacareo ‘woke’, la exaltación de vuestro credo tramposo, maléfico. La palabrería de la satrapía caribeña además de huera es sangrienta y tiene en nuestro expresidente a un hiriente vocero. No escondo mi egoísmo, querer dejar de indignarme porque no se indignen, que no se ruboricen; esa petulancia embadurnada en moralina, soldada a algo tan execrable como vendernos que el fin justifica los medios. Qué fin, ¿este?, ¿en serio?, ¿sumir en la miseria una tierra bendecida por los dioses y malograda por los hombres? Al menos sabríamos que no te has vuelto loco, que simplemente cubres de hipocresía, cinismo y marrullería tu pecado de codicia. Así, esas madres desesperadas que vagan por la jungla fronteriza podrían amamantar a sus hijos pensando que si sobreviven nunca serán como ellos, como Maduro, como tú, Zapatero.



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