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Con apenas 21 años, Eduardo Camavinga (Angola, 2002) ha conseguido erigirse como una de las figuras clave de un Real Madrid que vuelve a aspirar a todo esta temporada. Hoy viste la camiseta de su selección, la francesa, en una difícil partido frente a España en las semifinales de la Eurocopa 2024.
Para el mediocentro francés, de origen congolés, no ha sido fácil llegar hasta lo más alto del fútbol internacional. A sus espaldas queda una infancia marcada por la guerra, que obligó a su familia a abandonar su país, y una tragedia que estuvo a punto de acabar con su vida y con la de toda su familia. Te contamos la historia de superación de Eduardo Camavinga hasta llegar al Real Madrid.
Nació en un campo de refugiados en Angola
Antes de convertirse en toda una estrella, la vida del francés sufrió numerosos reveses, incluso antes de que este llegara a nacer. Sus padres, Celestino y Sofía, originarios de República Democrática del Congo, se vieron obligados a abandonar su país natal por la guerra que se inició allí en 1998 y que forzó a que millones de ciudadanos se desplazaran a los países vecinos.
Los progenitores del futbolista ingresaron entonces en un campo de refugiados en Miconje (Angola) y fue allí donde, en noviembre de 2002, nacería el pequeño Eduardo, el tercero de seis hermanos.
Apenas tres años más tarde, la familia del futbolista dejaría Angola para emigrar hasta Francia, donde comenzaron una nueva vida. Primero se asentaron en Lille y, poco después, se mudarían a Fougères, una pequeña ciudad de la Bretaña francesa donde se establecieron.
Perdió todo en un incendio que calcinó su casa
La guerra no fue la única tragedia a la que se enfrentó Camavinga durante su infancia. Tras emigrar a Europa en busca de un futuro mejor, los primeros años del futbolista en Francia no ayudaron a mejorar su situación. Con apenas de 10 años, su familia lo perdió todo por culpa de un incendio que se desató en la modesta casa en la que vivía junto a sus padres y sus hermanos.
El fuego calcinó todas las pertenencias del mediocentro madridista y sus familiares: «Llevábamos menos de un año en esa casa que mis padres se habían construido con su esfuerzo. Me acuerdo como si fuese ayer el incendio. Estaba en el colegio y, por la ventana, vi a los bomberos pasar. Al final de clase los profesores se acercaron a mí y a mi hermana pequeña y nos lo contaron. Nos vino a buscar mi padre y nos llevó hasta allí, estaba todo destruido, todo quemado», contó el jugador en una entrevista.
En aquel momento, Camavinga y sus padres se vieron ante uno de los momentos más complicados de su historia: no tenían donde vivir, ni ayudas sociales, ni ahorros suficientes como para empezar desde el principio. Fueron sus vecinos quienes les ayudaron a recomponerse de este duro golpe, con donaciones de ropa y electrodomésticos, lo que les permitió salir adelante.
Sin embargo, en medio de toda esta desgracia, el padre de Camavinga le dijo una de las frases que más recuerda el joven futbolista: «No te preocupes, vas a ser un gran futbolista y levantarás esta casa».
De joven promesa a estrella del fútbol internacional
El primer deporte de su vida fue el judo, aunque pronto cambió el kimono por el balón de fútbol, que fue su «forma de evadirse». Comenzó su trayectoria en 2009 en el Drapeau-Fougères, donde su padre jugó en el equipo sénior, y muy pronto comenzó a destacar por su velocidad y golpeo, convirtiéndose en uno de los grandes talentos de su generación.
En 2013, lo fichó el Rennes y fue en ese mismo club con el que hizo su debut en la Ligue 1. Por entonces, tenía tan sólo 16 años y 5 meses, lo que le convirtió en el jugador más joven en disputar el campeonato francés, superando a Kylian Mbappé.
Nominado para el Golden Boy en 2020, Camavinga acabó por erigirse como una de las grandes promesas del fútbol internacional y captó las miradas de muchos clubes de Europa, entre ellos el Real Madrid. El club blanco hizo oficial su fichaje ese mismo verano, coincidiendo además con el último día del mercado estival y, desde entonces, se ha convertido en uno principales baluartes del equipo, llamado a ser el relevo en una de las mejores plantillas del mundo.