Durante años el Gobierno de España ha presumido de reducir sus gastos en materia de defensa y ha sofisticado hasta el extremo sus estrategias para enmascararlos de modo que no se identificaran como tales en la ejecución presupuestaria, con la utilización intensiva del fondo para imprevistos … para financiar por ejemplo el coste de las misiones militares de España en el extranjero como mecanismo estrella.
Ahora que la escalada de las tensiones geopolíticas ha hecho que el viento cambie y que la inversión en defensa se convierta en una prioridad, si no en una obligación, el Gobierno se afana en buscar las vueltas para que la factura le sea lo menos gravosa posible, financiera y políticamente.
No le va a resultar fácil. El punto de partida, como ya han advertido en los últimos días algunas agencias de rating, le sitúa como uno de los países que tendrá que hacer un mayor esfuerzo para alcanzar los objetivos de inversión que se empiezan a manejar. El Gobierno se ha comprometido a alcanzar el objetivo de gasto del 2% del PIB que la OTAN fijó a sus socios hace ya una década, en 2014, antes de 2029, pero los mensajes lanzados en los últimos días por la Comisión Europea convierten esa meta en insuficiente.
La estrategia ReArm Europe lanzada hace unos días por Ursula von der Leyen con el objetivo de movilizar hasta 800.000 millones de euros en inversiones en defensa en los próximos cuatros años invita a los países a incrementar en una cuantía equivalente al 1,5% del PIB su gasto en esta materia, permitiendo que ese mayor esfuerzo no se compute como déficit, pero es que la Comisión entiende que el objetivo debería ser elevar ese esfuerzo hasta el 3% del PIB si se quiere garantizar la defensa del club.
Contra las cuerdas
Ese parámetro sitúa al Gobierno ante la tesitura de más que duplicar el gasto en defensa y además en un contexto político hostil, en el que sus socios parlamentarios y su socio en el Gobierno están en contra de este cambio de estrategia a nivel europeo.
Tal vez por ello se ha entregado a los brazos de la diplomacia económica comunitaria para tratar de resolver el asunto. Sánchez ya instó en la cumbre europea de la pasada semana al ejecutivo comunitario a movilizar el presupuesto europeo para ayudar a los países a incrementar su gasto en defensa y el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, se fajó en el úlitmo Ecofin de esta semana para orientar al debate hacia el asunto de qué se considera gasto en defensa, a fin de que se incluyan aspectos como la ciberseguridad, la seguridad en frontera o la protección de infraestructuras críticas que adecenten la estadística de nuestra inversión en defensa y acorten el camino para alcanzar esas metas.
«España está buscando por las esquinas gastos que se puedan computar como gasto en defensa», advirtió ayer en una jornada organizada por el Consejo de Economistas el profesor Antonio Fonfría, que no obstante advirtió que se ha entrado en una nueva era y en el caso de España esta se va a traducir en «más gasto, más deuda, más déficit y más impuestos».El general Víctor Bados avisó también del impacto económico del contexto actual. «Nos obligará a aumentar el gasto en defensa y seguridad, y encarecer las importaciones».