“Parece como si mañana hubiera elecciones”, ironizaban algunos compromisarios populares este domingo al acabar el congreso del PP. Era tanta la euforia en la que se había visto envuelto el partido con los problemas del PSOE en su comité federal del sábado, que Alberto Núñez Feijóo subió a la tribuna ante el plenario y pronunció un discurso de clausura en clave electoral, como si fuera el día del último mitin antes de las generales. Aunque las elecciones no tienen fecha, y podrían retrasarse todavía hasta dentro de dos años, el líder del PP se puso el traje de candidato a presidente y quiso dejar claras sus principales propuestas y su política de pactos, algo que suele hacerse en la recta final de una campaña. Feijóo marcó el terreno de juego del PP abriendo la puerta a entenderse con Vox y con Junts, con límites, en un discurso plagado de equilibrios que contentó por eso a las dos almas del PP.
Al ala dura del PP le gustó escuchar que Feijóo declarara su “respeto” por los votantes de la extrema derecha y que se negara a poner un cordón sanitario al partido de Santiago Abascal, como reconocieron después fuentes de este sector. “Es la tercera fuerza política, sus votantes merecen un respeto y yo no estoy dispuesto a arrinconarles”, avisó el político gallego sobre Vox, unas palabras que cayeron también bien en la derecha más agresiva que sobre todo representa el PP de Madrid.
Feijóo se abrió a entenderse con Vox, aunque también quiso comprometerse ―de forma “solemne”, según su equipo, porque lo hizo ante el congreso del partido― a que no meterá a los ultras en su Gobierno, un límite que espera que le sirva para contentar al electorado más templado. “Yo quiero un Gobierno en solitario. El único Gobierno de coalición no ha funcionado”, proclamó. “Solo hay dos opciones: Sánchez o yo. No hay más”.
El líder del PP nunca ha cerrado la puerta a pactar con Vox, y de hecho permitió a sus barones que formaran gobiernos de coalición con la extrema derecha en cinco comunidades autónomas y decenas de ayuntamientos. Lo que no había formulado hasta ahora era un compromiso de no formar a escala nacional un Ejecutivo de coalición con los ultras, como los que sí formaron los dos partidos a escala autonómica y municipal por todo el país. Según las encuestas, Feijóo necesitará en todo caso a Vox para gobernar, así que el perímetro de su relación es una de las incógnitas más importantes.
El PP y Vox llevan de la mano en los ejecutivos territoriales desde verano de 2023, tras las elecciones autonómicas del 28 de mayo. Para sellar esos pactos, los barones populares asumieron incorporar como propias medidas y banderas ideológicas de los ultras. El PP tuvo que comprometerse, y llevó a cabo en algunas autonomías, a derogar de las leyes de memoria democrática. También a reformar leyes trans, y a adoptar eufemismos de la violencia machista como “violencia intrafamiliar”.
A consecuencia de esos acuerdos, los populares endurecieron sus políticas contra la inmigración irregular: excluyeron a este colectivo de ayudas económicas y se resistieron a acoger más menores migrantes. El presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, ha dado marcha atrás hace unos días en el proyecto de compra de viviendas para la acogida de menores migrantes a petición de Vox, que se lo exigía para dar su sí a los Presupuestos.
Feijóo también lanzó guiños a Vox y al ala dura de la derecha cuando habló sobre la inmigración, una de las partes más ovacionadas en el plenario. “Hemos de reducir la inmigración ilegal. ¿Parece razonable, no? ¿Cómo lo ilegal va a tener garantías o va a tener derechos?“, defendió entre aplausos.
La proximidad con la extrema derecha en este punto es tal que el líder de Vox, Santiago Abascal, le acusa de haber “copiado” su postura. “Creemos que esa es una victoria de nuestras posiciones políticas”, se felicitó este domingo el político ultra, informa Miguel González. “Lo que queremos es alertar a los españoles, que yo creo que son conscientes de que algunos solo dicen esto antes de las elecciones y luego lo traicionan cuando ganan”, declaró Abascal.
El giro en inmigración contentó al PP de Madrid, resignado a no dar ninguna batalla en el congreso para no estropear la imagen de unidad, incluso aunque no gustó el equipo de Feijóo. Los populares madrileños se dieron por satisfechos también por su defensa de la natalidad y las familias como uno de los ejes del partido. “Feijóo sigue siendo Feijóo”, reconocía un dirigente de este sector, pero la melodía había sonado mucho mejor que otras veces.
Feijóo hizo equilibrios con apelaciones también a la “centralidad” y algunos límites al discurso ultra, lo que reconfortó al sector más moderado del PP. “Ha marcado un nuevo campo de juego donde no hay complejos en defender el centro, las políticas en contra de la violencia machista y la posibilidad de entenderse con Vox y Junts”, interpretaba un barón de esta sensibilidad.
Feijóo se comprometió a salvaguardar algunas de las medidas sociales más importantes de la legislatura de Sánchez. Como la subida del Salario Mínimo Interprofesional, aunque no dijo cuánto lo subiría, y siempre “de la mano de los trabajadores y con acuerdo con las empresas”, y la actualización de las pensiones. Habló además de la “cordialidad” lingüística, prometiendo una ley de lenguas si gobierna, y “defender a todas las familias”, una evolución del PP desde los tiempos del recurso contra el matrimonio homosexual.
Cada uno quiso ver lo que le convenía, porque había guiños para todos. Y quien no estuvo de acuerdo, calló. Feijóo precisó que no se cerraría a pactar con los independentistas, un asunto muy polémico en el PP y que motivó la única enmienda de calado a la ponencia política, que presentó el líder del PP catalán, Alejandro Fernández. Con el límite de la Constitución y de que no firmaría nada que vaya en contra de la ponencia política aprobada en el congreso. Al final, el político gallego ha logrado que la ponencia no defina vetos a pactar con Junts, tras un acuerdo con Fernández, que tampoco presentó batalla.
El único cordón sanitario al que se comprometió es al de Bildu. Cuando lo dijo, el plenario del congreso se puso en pie. Y, de nuevo, guiño al otro lado, el más centrista: tampoco, proclamó, hará un cordón sanitario al PSOE, aunque una parte de la derecha también lo pide, pero eso sí, solo con un PSOE que no esté liderado por Pedro Sánchez.
El Feijóo de los pactos con todos salvo Bildu y guiños a uno y otro lado salió pletórico del pabellón de Ifema, muy ovacionado por los suyos. La mayoría del PP cree que el líder sale reforzado del congreso, pero la clave es cuánto durará ese impulso. “El problema es tener que gestionar demasiado tiempo hasta las elecciones”, alerta un dirigente, que como otras voces del partido advierten ante el exceso de triunfalismo, porque todavía hay que librar la última batalla.