Hace justo 30 años, el director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, fue detenido en Laos. Se había fugado un año antes de manera espectacular al ser investigado -y luego condenado- por la Audiencia Nacional por apropiarse de casi 10 millones de euros de los fondos reservados. Fue una imagen que dio la vuelta al mundo, la del primer político que dirigió el cuerpo -a lo largo de sus ya 181 años de historia- tras su paso por la delegación del Gobierno en Navarra con el PSOE. Agentes del propio cuerpo, junto con los de la policía e Interpol, colaboraron en la investigación.
Tres décadas después, su actual directora, Mercedes González, cuarta dirigente socialista desde que llegó Sánchez a La Moncloa al frente del cuerpo, recibió a Leire Díez, la supuesta fontanera de Santos Cerdán, en la Dirección General mientras recababa información contra el teniente coronel al mando del departamento de delitos económicos de la UCO, el mismo que el pasado viernes entró en la sede socialista de Ferraz e investiga la trama de corrupción en torno a la actual dirección del PSOE y del Gobierno, en otra imagen que está en las portadas del mundo.
Por medio ha transcurrido medio siglo de lucha tenaz contra ETA (que acabaron en 2011 con la entrega de las armas por parte de la banda terrorista, tras más de 230 muertos guardias civiles de un total de 829, el colectivo con más bajas). Lo cual llevó a uno de sus principales dirigentes, Kubati, a afirmar durante su detención en 1987 (el mismo año en que nacía la UCO): «¡Qué razón tenía quien os bautizó con el nombre de txakurras (perros)! No hay sabuesos como vosotros, si encontráis la mejor pista no os dais por satisfechos hasta no haberla explotado al límite».
«La imagen de un director general siendo perseguido por sus propios guardias civiles por incumplir la ley refleja como nada el porqué de la buena reputación de la Guardia Civil»
También son décadas de lucha eficaz contra la corrupción, precisamente con la Unidad Central Operativa como punta de lanza de esas investigaciones: casos que afectaron al PP de Madrid, como la Gürtel, los ERE al PSOE de Andalucía, el caso Bárcenas de Génova, el entorno económico del procés con Junts, ERC, Òmnium Cultural y la ANC, el caso Mario Conde, el caso Malaya, el caso Villarejo que afectó a un comisario del Cuerpo Nacional de Policía, el actual caso Koldo que afecta a dos ex secretarios de organización del PSOE, Ábalos y Cerdán, y un sinfín de casos, incluyendo las citadas investigaciones a dos de sus propios directores generales.
Y es que si hay algo en lo que coinciden todas las encuestas que se realizan en España sobre las instituciones desde el inicio de la democracia es en la alta valoración por parte de los ciudadanos de la Guardia Civil: organismos públicos como el CIS, medios de comunicación, fundaciones privadas como la del BBVA. Todas dicen lo mismo, año tras año: los ciudadanos, junto con el Ejército del que forma parte, puntúan más alto a la Guardia Civil que a otros cuerpos policiales y, por supuesto, que a instituciones políticas como las Cortes, los partidos o los sindicatos.
En este 2025 el Ejército recibía en una encuesta privada una puntuación de 7,9 y la Guardia Civil de 7,1, a distancia de Policía y Monarquía, por debajo del 7. Los partidos políticos eran los que más empeoraban (un 91,4%), la Guardia Civil la que más mejoraba (un 37,8%), frente a un 37,1% del Ejército o un 35,6% del CNP. Un estudio de la Fundación BBVA va en la misma línea, con los tribunales de justicia a continuación en la lista de instituciones más confiables, no en vano.
El CIS preguntó en febrero tras el desastre de la DANA por las instituciones en las que más se confía en caso de emergencias: tras los bomberos (96,5), sanitarios (89,8), UME (86,9) y 112 (84,5), aparecía la GC (82,5) y, tras ella, el CNP (82,1). Incluso justo meses antes del 1-0 de 2017, obtenía según el CIS de la Generalitat (CEO) una valoración superior (5,24) a la del parlamento (4,54) y del gobierno catalán (4,34). Las imágenes, de nuevo, de mossos enfrentándose a guardias civiles que impedían la celebración del referéndum ilegal han pasado ya a la historia.
¿A qué se debe todo esto? ¿Por qué tiene esa alta valoración desde sus inicios y tras dos siglos de historia, con varias dictaduras y una guerra civil de por medio? ¿Por qué la GC es siempre mejor valorada que la PN? ¿Qué hay de diferente en ella que le ha permitido no tener ‘policías patrióticas’ en su seno? ¿Qué les permite investigar por igual a partidos de todos los colores sin distinción? ¿O gozar de la máxima confianza de jueces instructores o fiscales, del respeto de la gran mayoría de ciudadanos, del temor de la gran mayoría de delincuentes, en especial los terroristas, y del aprecio de otros cuerpos policiales vecinos en Francia, Portugal o Italia?
El origen de la reputación se encuentra siempre en la identidad. Decía Lincoln que la reputación es la sombra, la identidad es el árbol. Y el árbol, las raíces de las que surge una reputación sólida sostenida continuadamente sin interrupción (casi 200 años de verdad, sin aniversarios ficticios o forzados por intereses políticos) son siempre los valores, los principios que sostienen los comportamientos repetidos a lo largo del tiempo sobre los que se basa dicha reputación.
En el caso de la Guardia Civil cualquier español ha tenido contacto con el cuerpo y lo sabe, lo experimenta, lo ve, como en estos días, de manera palmaria, evidente: servicio (el ciudadano por encima de ellos mismos), honor (la verdad y la ley por delante), lealtad (al estado y la sociedad a la que se sirven), heroísmo (hasta dar la vida por ello) y patriotismo (al país del que se forma parte imprescindible).
Todo eso es lo que explica la excepcional reputación del cuerpo, por encima de otros cuerpos e incluso por encima de casi todas las demás instituciones públicas: en circunstancias históricas como las actuales, cuando la estructura del Estado es atacada, cuando la sociedad no está suficientemente articulada -como denunciaba Ortega-, lo que funciona cuando todo lo demás falla es aquello que más se valora, aquello que más se necesita. Y la Guardia Civil es una de las pocas cosas que en los momentos clave de la historia de España ha funcionado y funciona.
Barrionuevo, ministro de Interior con González en los años de la lucha contra ETA, afirmó entonces: «La Guardia Civil es el gran descubrimiento del Gobierno socialista». A pesar de su honradez e insobornabilidad en el cumplimiento del deber y de la ley, nunca ningún ministro del Interior socialista, incluyendo a Rubalcaba, buscó deteriorar o disminuir la fuerza del cuerpo en España, precisamente porque sabían de su gran reputación y de sus buenos resultados.
No propusieron retirarlos de Navarra, el epicentro actual de la corrupción del PSOE, ni quitarles las competencias en fronteras y aeropuertos en Cataluña y el País Vasco, o las del SEPRONA. No intentaron, a pesar de que a veces fuese en su contra, recortar sus competencias y convertirlo en un cuerpo supeditado al de la policía o a las órdenes del Gobierno y no al servicio del Estado.
La imagen de un director general siendo perseguido por sus propios guardias civiles por incumplir la ley y la de una directora general reuniéndose con quienes persiguen a sus guardias civiles por cumplir la ley reflejan como nada el porqué de la buena reputación de la Guardia Civil. Una reputación forjada a lo largo del tiempo, con mucho esfuerzo y unos valores sólidos como institución y al servicio de todos. Como reza su himno: España y el Rey; el orden y la ley.
