Pérdidas de refrigerante, motores gripados o, directamente, inoperativos. La lista de averías que afecta a las cinco embarcaciones del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Cádiz es tal que el grupo sigue aún sin poder patrullar el mar, cuatro días después del suceso en el que una narcolancha embistió mortalmente a dos agentes del GAR y del GEAS en el puerto de Barbate. El instituto armado ha argumentado que fueron las malas condiciones del mar las que hicieron que los dos fallecidos viajaran el pasado viernes junto a otros cuatro compañeros más —dos de ellos resultaron heridos— en una pequeña zodiac dependiente de los GEAS, con base en Algeciras. Pero la flota —competente en esa zona de la costa— ya estaba averiada en ese entonces y llevaba desde el miércoles 7 de febrero sin estar operativa. Esa resultó ser la única opción viable. La Guardia Civil explica que esa ausencia de servicio es “lógica” porque las lanchas estaban averiadas desde “la semana pasada”. “Se ha contactado con la empresa que tiene que arreglarlas y, dependiendo de lo que sea, se hará lo más rápido posible”, apuntan.
“Cualquier patrón del servicio marítimo hubiese argumentado que ese operativo no se podía montar porque las condiciones no se daban y nuestra vida no se arriesga, pero esto es la Guardia Civil, una institución jerárquica”, denuncia resignado un agente del cuerpo que pide reservar su identidad. De hecho, la normativa de la Guardia Civil establece —al igual que ocurre en la marina civil— que es al patrón a quien compete tomar la decisión sobre salir al mar o no, como recuerda el mismo guardia, con decenas de años de experiencia.
El Servicio Marítimo de Cádiz, compuesto por 40 agentes, lleva más de un año enredado en diversos problemas de faltas de medios, averías y problemas con los turnos de trabajo. En marzo de 2023, la Guardia Civil decidió cambiar los turnos de su personal de los Servicios Marítimos —tiene 140 lanchas en toda España— y los pasó de las 24 a las 12 horas. Con el tiempo, la mayoría de esas flotas volvió a los servicios de 24 horas por su mayor operatividad. “Pero en Algeciras [otra Comandancia distinta a la de Cádiz], se dieron todos de baja como protesta y, como respuesta, se dio una orden para que todos los servicios en Andalucía se quedasen a 12 horas como castigo”, apunta esta fuente.
La decisión impactó de lleno en la operatividad del Servicio Marítimo de Cádiz, encargada de velar por una gran extensión costera que va desde Barbate hasta Sevilla, incluyendo todo el tramo del Guadalquivir, un total de 120 millas náuticas. Todo controlado desde la base que la Comandancia tiene en el recinto militar del Castillo de Puntales, en Cádiz. “Ir a Barbate desde ahí son tres horas; hasta la desembocadura del río, dos y hasta Coria, más de cuatro horas”, ejemplifica el agente. “Eso en turnos de 12 horas no nos da. Además, de tanto ir y volver a velocidad para atender las llamadas le damos una tralla enorme a las embarcaciones. Puede hacer más de tres meses que no podemos ir por Barbate”, añade.
Ese mayor uso, sumado a la antigüedad de las cinco embarcaciones operativas —la más antigua tiene 20 años— ha llevado a un rosario de constantes averías que dejan a la flota inutilizada. Cuando los narcos embistieron con su narcolancha a los agentes, el servicio marítimo gaditano llevaba sin funcionar desde el miércoles de esa semanas y en esas sigue. La Río Águeda está inoperativa desde el 4 de febrero; la Río Irati, desde el 1 de diciembre del año pasado; la Río Ulla salió del varadero el pasado martes, pero una pérdida de refrigerante en el intercambiador la dejó fuera de juego. La S20 tiene un motor gripado desde el 4 de enero. La Río Cedena —cedida por Algeciras ante los problemas de Cádiz— fue la última en caer el miércoles pasado. “Tenemos tres mecánicos para el mantenimiento, pero las grandes reparaciones las hace una empresa de la calle y necesitan un presupuesto aprobado por Madrid. La burocracia es muy lenta”, justifica el guardia civil.
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El instituto armado conocía de estos problemas, así como de la velocidad máxima que pueden alcanzar, entre los 20 y los 30 nudos, ineficiente para las persecuciones contra narcolanchas que pueden correr a velocidades de hasta 80 nudos. A principios de este año, el Ministerio del Interior puso en marcha otros dos concursos para dotar a los servicios marítimos con seis patrulleras de alta velocidad y casco reforzado —que se suman a dos más que tienen desde 2021— que costarán 15 millones de euros. La idea es que dos se entreguen en el primer semestre de este año y una vaya para Cádiz. El resto llegará 2025 y 2026. Estas nuevas patrulleras se construirán de aluminio, un material más fuerte que el PRFV (poliéster reforzado con fibra de vidrio) de las anteriores. “La violencia de estas acciones hace necesario que los cascos y la estructura de las futuras embarcaciones sean de materiales más resistentes que las de la flota actual”, destaca en los expedientes de ambos concursos, tal y como adelantó EL PAÍS hace unas semanas.
La Guardia Civil ya ha asegurado que esas averías no fueron el condicionante para lo ocurrido el viernes, sino el temporal de viento que impedía la navegación y que obligó a recurrir a los GEAS, que se trasladan por tierra hasta el punto más cercano. El instituto armado tomó esa decisión después de que el alcalde de Barbate llamase a la Comandancia de Cádiz, harto de no ver patrulleras de la Guardia Civil en su municipio y de que esa tarde le llegasen unos vídeos en los que se veían hasta seis narcolanchas guarecidas en el puerto.
La orden bajó la cadena de mando hasta que llegó al capitán del Servicio Marítimo de Cádiz, que formó parte del operativo del viernes, junto a dos agentes del GAR, aunque sus subordinados le dijeron que no hacía falta que se embarcase, dado el escaso espacio de la zodiac. El agente gaditano tiene claro que hubo un cúmulo de errores en las decisiones: “El GEAS no embarca para enfrentarse a las narcolanchas, alguna vez han participado en recuperación de bultos, pero no en esas operaciones. No se esperaban lo que allí había. Se necesita experiencia”.
Neumáticas contra narcolanchas
Este pasado domingo, apenas dos días después del suceso, la Guardia Civil volvió a enviar dos zodiacs a luchar contra narcolanchas en la zona de caños de Sancti Petri, entre San Fernando y Cádiz. En este caso, formaban parte del Grupo Marítimo del Estrecho, una unidad con base en Cádiz que cuenta con dos patrulleras más grandes y realiza servicios de 15 días de navegación. “Cuando llegan los temporales, las narcolanchas se meten en la costa para protegerse. Vienen de vacío y cogerlas así vale para poco. Mientras que no tengamos más medios hay que convivir con esa realidad”, plantea el agente.
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