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La telebasura en TVE, por Ignacio Vidal-Folch

by Marko Florentino
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Con la de columnistas y tertulianos por kilómetro cuadrado que hay en España, y lo mucho que a todos nos gusta hablar sin tasa y manifestar nuestras profundas convicciones sobre todo lo humano y lo divino, contribuyendo así, cada uno en la medida de sus posibilidades, al formidable gallinero que es nuestro país –kikirikí por aquí, cocorocó por allá–, es sorprendente que el anuncio de que el equipo de verduleras de Sálvame se incorpora a TVE haya sido recibido con silencio sepulcral. Nadie se desgarra la camisa, nadie clama que es infame el hecho de que una televisión nacional, a la que cada cierto tiempo hay que inyectar grandes sumas de dinero de los contribuyentes, tiene el deber de ser más exigente, sostener una idea de dignidad del pueblo al que sirve (y al que representa también, en cierto modo), tiene una misión educativa, una responsabilidad social.

¿Sería imaginable una cosa así en la BBC? No lo creo, allí se respetan a sí mismos.

La televisión pública es un servicio social de enorme importancia, y no sólo para la formación de masas y como altavoz del Gobierno. Hay muchos ancianos que viven solos, no tienen amigos ni parientes, y tienen en la televisión la única compañía. Recuerdo que en el centro de recuperación en el que me recuperaba hace años de un percance físico, la señora que estaba a mi lado suspiraba: «¡Qué vida! ¡Qué vida más triste!» Compasivo, le aconsejé que cada mañana, al levantarse, pensase en algo bonito que le traería el día: podía ser comprar una flor, dar un paseo, una visita… cualquier cosa valía para animarle el día. «Vamos a ver», le dije, «hoy, por ejemplo: ¿qué cosa buena le puede traer el día de hoy?» Se quedó pensando un momento y luego dijo:

—Pues… esta noche sale Buenafuente…

En fin. Ahora no tengo tele, y si la tuviere no podría mirarla, enfocados mis ojos como están permanentemente a la pantalla de mi ordenador, pero cuando la tenía recuerdo que me escandalizaba un programa de TVE llamado Corazón (no sé si aún existe) donde Anne Igartiburu saludaba al público a la voz de «¡Hola corazones!», y luego nos hablaba de bodas de famosos, de fiestas, de familias reales, en fin, de cosas positivas. El cantante Fulano se casaba con Mengana, y Zutana estaba radiante de alegría porque acababa de parir un bebé monísimo. ¡Era madre!

«Sólo se me ocurre una explicación plausible: se trata de desmoralizar a la nación, de ensuciarla, de debilitarla»

Vale, bochornoso, pero Anne era (y supongo que sigue siendo) guapa y elegante, y tenía una voz muy femenina y agradable, y sólo hablaba de maternidad y de parejitas felices, no pagaba a policías corruptos para enterarse de los secretitos de la vida amorosa o los problemas fiscales de esa gente a la que los cazurros llaman socialité, y exponerla en una cochiquera de Tele 5.

Bueno, pues los directivos de Tele 5, en cuanto Vasile se jubiló, avergonzados de tener en su programación a Jorge Javier Vázquez, Belén Esteban y compañía, y los echaron. ¡Y ahora viene a contratarlos la televisión nacional, la televisión que lleva el nombre de nuestro país!

¿Para esto es para lo que sirve el flamante consejo asesor del «ente», cada miembro a 110.000 euros más dietas, salarios que tanto urgía aprobar que sus señorías del Congreso lo hicieron mientras la gota fría, la dana, arrasaba Valencia? ¿Para meter en la parrilla a los campeones de la telebasura, a los sultanes del chisme y del cotilleo, a los mayores olisqueadores de infidelidades y adulterios ajenos que han visto los tiempos?

Llámame desconfiado, pero sólo se me ocurre una explicación plausible: se trata de desmoralizar a la nación, hacer que sienta asco de sí misma, de su falta de altura, dignidad y ambición. Se trata de ensuciarla, de debilitarla.

Piénsese que los miembros de ese consejo asesor son «cuotas» de los partidos que sostienen al Gobierno: Junts, Esquerra, Bildu y PNV. Son separatistas, no es ningún secreto, lo proclaman, y por consiguiente no les mueve el bien y la fortaleza moral y mental de la nación, sino todo lo contrario: la quieren pervertida y mentalmente debilitada al máximo, y obran en consecuencia. De ahí, llevar a Belén Esteban y su tropa a Televisión Española.





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