Hasta el 30 de septiembre de este año, en República Dominicana 451 personas se encontraban en la lista de espera para recibir un órgano que pueda salvarles la vida. De este total, 436 pacientes esperan por un trasplante renal, ocho por un hígado y siete por un páncreas.
Sin embargo, que llegue el momento en que se les realice una cirugía para sustituir su órgano enfermo por uno sano se aleja, debido a una serie de barreras. Además del alto costo que implica esta práctica médica, de la falta de conciencia de parte de la ciudadanía y del déficit de órganos que existe a nivel mundial, se suma una problemática que corre de generación en generación: los mitos sobre la donación.
En la actualidad, la negativa familiar en la República Dominicana es de 72 %, es decir, de cada diez personas que se entrevistan, siete dicen que no donarán los órganos de sus familiares fallecidos, explica la epidemióloga Aimée Caamaño, coordinadora general de trasplante del Instituto Nacional de Coordinación de Trasplantes (Incort), institución que tiene a su cargo la captación de los donantes, a través de la figura del coordinador de trasplante.
A continuación, la especialista cita las interrogantes más frecuentes que pudieran impedir la donación:
Algunos piensan que, si tienen un carnet de donante y sufren un accidente o cualquier situación de salud, los médicos no harán todo lo posible por salvarles la vida, circunstancia que es «imposible».
Además de que la función esencial de un médico es salvar vidas, Caamaño aclara que los especialistas que se encargan del tratamiento en la Unidad de Cuidados Intensivos son siempre diferentes a los responsables de la donación y trasplantes.
«El equipo de coordinación hospitalaria de trasplante es notificado después que se ha diagnosticado la muerte encefálica, es decir, la muerte. Solo después que se han realizado todos los esfuerzos para salvar la vida de la persona, y la muerte está declarada clínica y legalmente, es cuando se da parte al coordinador de trasplante», sostiene la especialista.
Esta es una de las principales causas que hace que familiares digan que no. Entienden que por el hecho de que le sacarán los órganos se va a desfigurar el cuerpo y no podrán exponerlo para las honras fúnebres, y no es así.
«Eso se hace como un proceso quirúrgico común y corriente. Se obtienen los órganos y se cierra el cadáver, se mantiene, se preserva toda la integridad y el respeto a ese cuerpo», explica Caamaño.
En el caso de la donación de piel, normalmente se toma de la espalda o los muslos, mientras que, sobre la córnea, las personas entienden que le sacan el ojo. La córnea es una «telita» superficial que tiene el ojo y es lo único que se le quita.
Hay familias que se han negado a donar porque quieren que el órgano se le trasplante a una persona en específico, lo que no está permitido cuando se trata de un donante fallecido. Los donantes vivos sí deciden a quién darle su órgano, siempre y cuando las autoridades comprueben que no hay un interés económico de por medio.
Hay una lista de espera, un orden que se respeta y el órgano va a quien le corresponda. Los órganos no pueden ser dirigidos y tampoco pueden ser guardados, puesto que cada órgano tiene un tiempo de vida.
La lista de espera para trasplantes y la asignación de órganos tampoco tiene nada que ver con el dinero ni con la fama que pueda tener una persona. La distribución de órganos se realiza de acuerdo con el grupo sanguíneo, la compatibilidad entre donador y receptor, y la antigüedad en la lista de espera. En algunos casos, es determinante la condición de extrema gravedad del paciente, así como la edad, el peso y la talla.
En República Dominicana hay tres vías para entrar a la lista de espera: el Hospital General de la Plaza de la Salud, el Centro Cardio-Neuro Oftalmológico y Trasplante (Cecanot) y el Hospital Metropolitano de Santiago (Homs). En dichos centros, especialista agotan un protocolo y si el paciente está apto para trasplante, entonces esa información es remitida al Incort, que es quien maneja la única lista de espera que existe a nivel nacional.
Los dominicanos son muy creyentes. En la mayoría de los casos, como no entienden que la muerte encefálica es la muerte, no quieren que su pariente sea desconectado de la ventilación mecánica, porque mantienen la esperanza de que se recuperará.
«Cuando vemos ese tipo de percepción en la familia desestimamos el caso, porque sabemos que están esperando ese milagro. De igual forma, otros dicen que no saben si su religión lo permite», afirma la especialista tras asegurar que la mayoría de las religiones están de acuerdo con la donación de órganos y tejidos.
La mayoría de las religiones están de acuerdo con la donación de órganos y tejidos y casi todas la consideran como el máximo gesto humanitario.
La Iglesia Católica, a través de encíclicas de los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco animan a todos los católicos a que se expresen en vida a favor de la donación.
Anglicanos y protestantes no plantean ninguna objeción con relación al tema y abogan por que cada cual decida si desea ser donante de manera consciente. La religión judía es favorable a la donación de órganos y lo expresan en el Talmud: «Quien salva una vida salva el mundo».
Entre los evangélicos no existe ningún prejuicio, tampoco entre los musulmanes. En regiones con serios conflictos de origen religioso como el Medio Oriente, los procesos de trasplante entre personas de diferentes creencias contribuyen a mejorar las relaciones entre esos pueblos.
Los testigos de Jehová, que se oponen a las transfusiones de sangre, apoyan la donación de órganos y trasplantes, siempre que se les asegure que no van a recibir transfusión durante la operación.