A los presidentes siempre les han entusiasmado las giras internacionales, dejan atrás por un tiempo los problemas nacionales y se codean con líderes extranjeros que no les suelen preguntar por lo suyo sino por los problemas mundiales y, actualmente, las amenazas de guerra. A pesar de esas amenazas, nada tranquilizadoras, las escapadas son un respiro para gobernantes.
Dicho esto, causa asombro que Pedro Sánchez se marche cuando tiene a España en un ‘ay’, con una situación crispante y preocupaciones que angustian a los ciudadanos de a pie aunque al Gobierno no parece que le afecten tanto. Se ve a Sánchez más afanado en el ataque al adversario que en abordar cuestiones que son vitales.
La escapada no va a impedir a Sánchez que, en España, los dos partidos de la oposición, más un buen número de jueces y fiscales, más empresarios agobiados por leyes que no parecen tener más objetivo que llevarlos a la extinción -con todo lo que eso significa en el empleo- estén decididos a no tirar la toalla, y seguir buscando las vueltas a un presidente que, aunque intenta presentarse como un dirigente sólido y fuerte, vive en una situación explosiva.
Tiene motivos de preocupación. Llegan noticias de que Pedro Sánchez está devastado por las noticias sobre los negocios de su mujer y los aparentes intentos de influir en decisiones de gobierno para favorecer a los patrocinadores de sus iniciativas profesionales. El silencio de los ministros y colaboradores es tan ensordecedor que obligan a pensar que reciben instrucciones de que sobre Begoña Gómez ni una palabra. Y lo cumplen. Pero, probablemente, no contaba Sánchez con algo profundamente incómodo para él: aparte de las investigaciones periodísticas, personas que conocen bien cómo trabajan Begoña Gómez y los empresarios a los que ayuda y que la ayudan, hacen llegar a los medios de comunicación papeles que demuestran que la mujer del presidente escribía, firmaba, solicitaba y agradecía que se echara una mano a quienes a su vez le echaban una mano a ella colaborando económicamente con sus proyectos en la Complutense y en el Instituto de Empresa. Y debe saber Sánchez, porque es comidilla en el mundo judicial y fiscal, que algunas operaciones pueden ser consideradas malversación de fondos públicos.
Sánchez no atraviesa el mejor momento, y busca fuera el abrazo y las felicitaciones que no recibe en España, donde apenas puede salir a la calle porque lo reciben con gritos, pitos e insultos. Todo ello con tres elecciones ya mismo, en las que se juega el tipo.
«Si Bildu gana las vascas, tendrá un problema, pero si gana el PNV también»
Si Bildu gana las vascas, tendrá un problema, pero si gana el PNV también. Porque se verá obligado a gobernar con uno o con otro -si no gobiernan PNV y Bildu- y en cualquiera de los casos perderá apoyos en el Congreso de los Diputados, que son indispensables para mantenerse en Moncloa. En cuanto a Cataluña, el asunto está más que enredado.
Puigdemont ha anunciado que si no es presidente dejará la política. Intenta así dar un toque a quienes tienen la tentación de no darle su voto por la huida y por la forma en que negoció con el Gobierno la mejora de su situación dejando en segundo plano el futuro de sus antiguos colaboradores, que han sido condenados y sufrido cárcel mientras él se daba una buena vida en Waterloo.
Por otra parte ha sido muy esclarecedora la intervención de Pere Aragonés en la comisión del Senado sobre la amnistía. El presidente de las Generalitat ha sido muy claro: el proceso independentista no tiene marcha atrás, y una vez conseguida la ley de amnistía, el siguiente paso es el referendum.
¿A quién pretende engañar Pedro Sánchez con esa historia de que él trabaja por la convivencia de los catalanes y por la paz social? Lo que se ve después de cuatro años de gobierno y decisiones muy polémicas respecto a Cataluña es que el llamado «conflicto» catalán es más agudo ahora que en tiempos pasados, porque las cesiones del sanchismo a las exigencias de los independentistas les ha dado aliento y creen que ahora sí pueden conseguir la ansiada independencia ya que este presidente es capaz de aceptar lo que sea con tal de que se le mantenga en Moncloa.
«Que prolongue su gira todo lo que pueda. Le vendría bien para dormir sin dar vueltas a las consecuencias de las actividades de su mujer»
La sociedad catalana está más dividida que antes, entre constitucionalistas y separatistas y, estos últimos, a tortas entre sí. Se han ido de Cataluña miles de empresas, incluida algunas de las más potentes, la vida cultural es prácticamente inexistente, e infinidad de barceloneses buscan traslado a Madrid o iniciar una nueva vida en Madrid. En cuanto a la convivencia en el resto de España, la ley de Memoria Histórica ha sido un veneno de imprevisibles consecuencias.
En fin… que prolongue Sánchez su gira por el mundo mundial todo lo que pueda. Le vendría bien para dormir sin dar vueltas sobre las consecuencias de las actividades de su mujer, y nos vendría bien a muchos españoles. Porque cuantos más días esté fuera el presidente, menos tiempo tendrá para tomar iniciativas que jamás defendería un gobernante que respetara el Estado de Derecho y las reglas de la democracia.